La falta de datos clínicos exhaustivos
y fiables sobre cómo
afectan los medicamentos
a los niños exige que se refuercen
el seguimiento y la vigilancia
de la seguridad de dichos
productos. Éste es el mensaje
fundamental del documento
Promoviendo la Seguridad de los
Medicamentos Infantiles, publicado
por la Organización Mundial
de la Salud (OMS).
Tratamientos
erróneos
Una proporción elevada de los
efectos colaterales y reacciones
adversas a los medicamentos
en la población adulta se
debe a una utilización incorrecta
o a errores humanos y,
por consiguiente, es prevenible.
En el caso de los niños, intervienen
además otros factores.
El desafío principal estriba
en la falta de datos clínicos.
Como consecuencia, hay un
menor número de medicamentos
desarrollados, producidos y
comercializados específicamente
para los más pequeños y a
menudo se les administran medicamentos
que se han puesto
a prueba sólo en adultos y que
no han sido aprobados oficialmente
para ser utilizados en
niños. Es más, aunque en el
mercado hay medicamentos
nuevos e innovadores con indicaciones
pediátricas, todavía
carecen de datos que prueben
sus beneficios y riesgos a largo
plazo.
También es importante
que los medicamentos de uso
pediátrico tengan un formato
y una estructura apropiados.
La no disponibilidad de formulaciones
pediátricas apropiadas
obliga a recurrir a porciones
de comprimidos aplastados
o disueltos o del polvo contenido
en una cápsula, sin ninguna
indicación específica de la
dosificación necesaria. Por esta
razón, según el informe, los
errores de medicación potencialmente
perjudiciales pueden
ser tres veces más frecuentes
en el caso de los niños que en
el de los adultos.
Adultos pequeños
Y es que sus características fisiológicas,
anatómicas, bioquímicas
e inmunitarias distan mucho
de las de una persona mayor
por lo que no se les puede considerar
farmacológicamente como
'adultos pequeños'. Pesan
menos y la distribución de agua
y de grasas en el cuerpo es distinta.
El hígado y los riñones no
están tan desarrollados por lo
que puede que el primero no
metabolice un fármaco tan rápidamente
o que el riñón lo elimine
de forma más lenta.
Más información:
www.who.int/es/;
www.portalfarma.com