De un tiempo a esta parte,
y ya de tal forma que comienza
a ser rutinaria, durante
la temporada de primavera y
verano el litoral español recibe
un cúmulo de visitas indeseables
en forma de plaga: las medusas,
uno de los organismos
marinos vivos más primitivos,
según revelan los fósiles de hace
más de 600 millones de
años que se han encontrado.
Algunas especies poseen
una indudable belleza, sobre
todo cuando se las ve flotando
en el mar, pero también albergan
una carga letal. Otras, pocas,
son comestibles, y de hecho
en Japón se las utiliza
como acompañamiento de algunos
platos, en especial ensaladas.
No es el caso de las
que vemos en nuestras playas.
Las medusas son unos animales
invertebrados que poseen
células urticantes con las que se
defienden y capturan presas.
Estas células contienen una cápsula
en cuyo interior hay un
filamento enrollado. Cuando
una presa contacta con la superficie
de la medusa, la cápsula
se abre y los filamentos se
clavan en la presa inyectando
el veneno.
Los bancos de medusas
que frecuentan las costas españolas
no son necesariamente
mortales, si bien de entre ellas
posiblemente la más peligrosa
sea la denominada Carabela
portuguesa (Physalia physalis).
Según explica el Ministerio de
Medio Ambiente, su potente
veneno tiene propiedades neurotóxicas,
citotóxicas y cardiotóxicas
y puede llegar a producir
en algunas situaciones un
shock provocado por el intensísimo
dolor que provoca la picadura,
con el consiguiente
peligro de ahogamiento.
Los científicos aún no consiguen
dilucidar el porqué de
este fenómeno invasivo de las
costas españolas -que afecta
además a zonas tan distantes y
dispares como los caladeros de
Alaska, Namibia, Mar del Norte,
etc.- pero diversas hipótesis
barajan la posibilidad de que la
causa resida en el aumento de
la temperatura del agua debido
al cambio climático, al
aumento de nutrientes que la
contaminación deposita en las
costas y a la sobrepesca de sus
depredadores naturales, como
tortugas, o peces migratorios
como los atunes y peces espada,
todos ellos ávidos degustadores
de las umbrelas de las
medusas (la parte más gelatinosa
y cartilaginosa).
Unido a lo dicho hasta aquí,
las medusas tienen la facultad
de estropear no sólo la diversión
de los bañistas, sino también
la labor de los trabajadores
del sector pesquero, la
economía del turismo local, las
actividades de los submarinistas
profesionales o aficionados
y, por supuesto, hay que considerar
sus efectos sanitarios,
ya que sus picaduras pueden
generar serias complicaciones
de salud.
Precauciones
La primera sensación si nos
ataca una medusa es como si
nos hubiéramos quemado con
una colilla. Es un dolor intenso
y punzante que genera una
herida y una irritación cutánea.
La lesión crece en función de
nuestra sensibilidad al veneno
y de la cantidad de células venenosas
que la medusa ha descargado
en nuestro cuerpo. La
lesión más general es una afección
cutánea que perdura días
o hasta meses. Pero también
nos puede causar temblores,
fiebre, vómitos, calambres, etc.
La reacción que se produce
tras la picadura de una medusa
varía según las características
de la persona afectada.
Especialmente sensibles son
todas las personas con antecedentes
de alergia, las que padecen
asma o enfermedades
cardiovasculares y los niños. Es
muy importante la cantidad
de superficie corporal que recibe
el impacto de los tentáculos,
la zona de la piel (fina o
curtida) que se ve afectada y
en especial los ojos.
La Consejería de Salud de
Andalucía recomienda que,
"además de la obviedad de
apartarnos y no tocar los ejemplares
que descubramos en el
agua o en la arena, e instruir a
los niños para que hagan lo
propio, si la proliferación de
medusas es importante hay
que seguir las indicaciones de
peligro que las autoridades
coloquen en la playa, o en su
defecto la bandera roja que
señaliza el peligro de entrar
en el agua".
Por su parte el Departamento
de Salud de la Generalitat
de Cataluña corrobora que
todo tipo de barrera que evite
el contacto de la piel con la
medusa es una buena forma
de protección: las cremas solares,
especialmente aquellas repelentes
de medusas, los bañadores
que cubren el máximo
de superficie corporal y otras
ropas, como las camisetas, son
medidas que nos protegen del
contacto con los tentáculos de
las medusas.
Más información:
www.mma.es;
www.gencat.es;
www.juntadeandalucia.es