Con el frío refugiamos la
piel bajo un manto de ropa
que apenas deja ver pequeños
resquicios de ella. Con la
llegada de la primavera, los
primeros rayos de sol nos invitan
a mostrar pequeños centímetros
de piel y el verano a
mostrarla en todo su esplendor.
Ahora es el momento de
prepararla para que luzca sana
y bella.
El primer paso para que
nuestra piel luzca sana y brillante
es, sin duda, mantenerla
limpia. Con la higiene diaria
conseguimos eliminar la suciedad,
el exceso de grasa, el sudor,
las células de descamación
y el mal olor, además de
preparar la piel para la aplicación
posterior de cualquier
producto cosmético.
Si apuesta por la ducha,
está inclinándose por tonificar
más la piel y el sistema sanguíneo,
si además opta por el
agua fría notará un efecto estimulante
y si se inclina por el
agua caliente, relajante. Si es
de los que prefiere el baño no
desperdicie la oportunidad de
añadir al agua sales de baño o
aceites esenciales, de los que
hay una gran variedad que
ayudan, por ejemplo, a relajarse,
tonificar la piel, o estimular
la circulación. Pero tenga cuidado
con la temperatura del
agua: a más de 40º el baño
pierde sus propiedades terapéuticas
y, en vez de hidratar,
deshidrata la piel. En cuanto al
jabón hay que usarlo preferiblemente
de pH neutro y en
su justa medida, pues un exceso
de producto priva a la piel
del sebo, su lubricante natural,
y en consecuencia la seca.
Exfoliación
La exfoliación es un tratamiento
de limpieza cutánea en profundidad
mediante el cual se
eliminan las células muertas e
impurezas, con lo que se proporciona
luminosidad y suavidad
a la piel, además de activar
la circulación. Pero lo más
importante, si cabe, es que
promueve la renovación celular
y con células nuevas la piel
se fortalece y está más elástica.
Los mejores momentos
para la exfoliación son antes
del inicio del verano, para que
la piel esté lista para enfrentarse
al sol, al agua del mar y al
cloro de la piscina, y después,
sobre todo cuando se ha tomado
el sol, pues sin perder el
bronceado deja la piel más fina,
suave y luminosa. Otro de
los momentos idóneos es antes
de someter la piel a un tratamiento,
puesto que la exfoliación
limpia en profundidad
y la piel que renace tras ella
está más preparada para recibir
cualquier tratamiento de
belleza.
Antes de nada, ha de consultar
al dermatólogo o al farmacéutico
cuál es el exfoliante
más adecuado para usted. Es
importante que tenga en
cuenta que si presenta una alteración
en la piel o está especialmente
sensible o irritada
puede no ser conveniente este
tratamiento. Además tenga
presente que no todas las partes
del cuerpo son iguales, no
tienen ni el mismo grosor ni la
misma resistencia, por lo que
no se puede aplicar a todas el
mismo producto. Las rodillas,
codos y pies son más secos y
ásperos por lo que requieren
una atención especial y productos
más fuertes.
El exfoliante debe aplicarse
sobre la piel húmeda. Lo más
cómodo es que lo haga mientras
se ducha y una vez que
haya lavado su piel con agua
tibia y gel. Se aplica con un ligero
masaje mediante movimientos
circulares en el vientre,
los glúteos y las caderas, y
en movimientos ascendentes
cuando se trata de los brazos y
las piernas. Una vez aplicado
se aclara la piel con abundante
agua fría y se seca suavemente
con una toalla.
Aunque cada piel es diferente
y tiene sus propias necesidades
se puede decir que en
verano la exfoliación se puede
realizar una vez por semana y
en invierno cada dos semanas
si la piel es fina o seca o cada
diez días en caso de pieles duras,
grasas o mixtas.
Hidratación
Una vez que la piel está limpia
y libre de las células muertas es
el momento de hidratarla. Nada
más salir de la ducha o el
baño, con la piel todavía húmeda,
extienda el producto hidratante
(crema, leche, loción
o aceite) con suaves masajes
por todo el cuerpo y en sentido
ascendente, de los pies hacia
el tronco.
El paso de los años y los
cambios drásticos de peso
pueden hacer que la piel pierda
firmeza. Para recuperarla,
las cremas reafirmantes corporales
consiguen algún resultado
si se usan regularmente durante
un largo periodo de
tiempo. Más efectivo es el ejercicio,
los masajes y la electroestimulación
neuromuscular.
Una alimentación
equilibrada
Limpiar, exfoliar, hidratar y tonificar
la piel no es suficiente
para que luzca joven y saludable.
También es muy importante
seguir una dieta equilibrada
y rica en alimentos antioxidantes
que neutralicen los radicales
libres, aquellas sustancias que
cuando se presentan en exceso
oxidan las células y son causa
del envejecimiento.
El mejor menú para nuestra
piel es, por tanto, aquel
que se compone de frutas maduras,
verduras de hoja de color
verde intenso y hortalizas
de todo tipo pues son los alimentos
que más agua y vitaminas
contienen. Lo mejor es
comerlas crudas o cocinadas al
vapor, para no desaprovechar
ninguno de sus nutrientes.
Sin las grasas es imposible
lucir una piel tersa y brillante,
además de que las necesitamos
para formar el manto que
cubre la piel y nos protege de
las agresiones externas. Eso sí,
deben ser grasas que se puedan
comer en crudo, sin freír o
calentar, como el aceite de oliva,
las semillas de girasol, de
calabaza y de sésamo.
Además del agua y de las
grasas, ninguna dieta que
quiera cuidar la piel puede
prescindir de vitaminas, como
la A, B, C y E y minerales, como
el hierro, el selenio, el zinc
y el azufre.