La actitud de los adolescentes
frente al sol es difícil de
controlar. La rebeldía, junto a
los cánones de belleza que demandan
una piel bronceada en
cualquier época del año provocan
que antepongan el bronceado
a la salud. La búsqueda
por seguir los patrones de belleza,
además de falsas creencias,
como que el sol mejora el
acné o que el fotoprotector no
permite a la piel broncearse,
son los factores que más influyen
en la conducta de los adolescentes
para descartar el uso
de fotoprotectores.
Un mito: el sol
cura el acné
El acné es una de las patologías
dermatológicas más frecuentes,
ya que afecta casi al
80% de los adolescentes entre
los 13 y los 18 años de edad.
Uno de los problemas comunes
que existe en este grupo
de la población es que descuidan
su fotoprotección porque
piensan que a más sol, menos
granos. Los dermatólogos explican
que con el bronceado es
posible observar una mejoría
en la piel, dado que el sol dilata
el poro y reduce la estimulación
de las glándulas sebáceas,
uno de los factores principales
que contribuyen a la aparición
del acné. Un hecho al que se
suma el efecto secante del sol,
del agua marina y del cloro de
las piscinas.
Pero también es cierto que
la piel, para defenderse del sol,
aumenta el grosor y, según el
tipo de piel y exposición solar,
el folículo se puede obstruir,
dando lugar a puntos negros y
microquistes que causarán granos.
Por ello, lo mejor, y más en
estos casos, es tomar el sol con
moderación y aplicar sobre la
piel un fotoprotector, teniendo
en cuenta siempre, entre otros
factores, el tipo de piel.
FUENTE: Congreso Nacional de Dermatología
y Venereología.