Si tiene niños y adolescentes
empiece a pensar que
es lo que puede hacer para
que sus hijos abandonen el
mando de la televisión, el ordenador
y los videojuegos y se
pongan a hacer ejercicio. Y es
que los datos que rodean los
términos ejercicio y adolescencia
están dejando de ser anecdóticos
para convertirse directamente
en nefastos. Por ello
no es de extrañar que un estudio
sobre sedentarismo infantil
elaborado por la Universidad
Autónoma de Barcelona no sólo
llame la atención por ser el
más ambicioso trabajo sobre
sedentarismo infantil y juvenil
realizado en España sino porque
saca a la luz que prácticamente
un tercio de la población
escolar, entre 9 y 17
años, no cumple con las horas
de actividad física que les permitiría
beneficiarse de los efectos
saludables de dicho hábito
y prevenir los riesgos asociados
al estilo de vida sedentario.
Es más, a partir de los 15
años y especialmente entre las
chicas, el porcentaje de escolares
que no realiza actividad física
de manera regular, salvo
la realizada en las clases de
Educación Física, se eleva por
encima del 50%. Teniendo en
cuenta que se trata de solo
dos horas a la semana y que
normalmente quedan reducidas
a 35 minutos por cuestiones
tales como el traslado de
las instalaciones, con este
tiempo no se cubren las recomendaciones
de los organismos
internacionales para estas
edades, unas pautas que hablan
de la necesidad de hacer
al menos una hora diaria de
actividad física con una cierta
intensidad.
Consecuencias
La consecuencia más visible
del paulatino descenso de la
actividad física por parte de niños
y adolescentes es el incremento
del índice de grasa corporal.
Alrededor de un 17%
de la población comprendida
entre los 9 y los 17 años acumula
porcentajes de grasa corporal
considerados "altos" y en
un 35% este porcentaje es
"moderadamente alto". La
obesidad, la hipercolesterolemia,
la diabetes tipo 2, el cáncer
de colon y demás problemas
de salud que acarrea un
estilo de vida sedentario tienen
en estos chicos un estupendo
caldo de cultivo.
Tanto sedentarismo pasa
factura a la hora de realizar
cualquier esfuerzo físico y en
el estudio se ha podido comprobar
que esto también es
cierto cuando se habla de niños
y adolescentes. Los datos
revelan que más de un 35%
de chicos y un 60% de chicas
de entre 12 y 13 años tienen
una capacidad de adaptación
cardiorrespiratoria al esfuerzo
físico deficiente. Como les
cuesta tanto acaban viendo el
deporte como un sacrificio,
tienden a abandonarlo y entran
en un círculo vicioso en el
que lo único que consiguen es
que su capacidad de adaptación
empeore.
Otro de los aspectos que
se resienten ante la inactividad
física es la flexibilidad. El porcentaje
de los chavales de entre
9 y 17 años que forman
parte del estudio y que no llegan
a tocarse los pies con la
punta de los dedos, es de un
45%, lo que referencia un mínimo
de flexibilidad insuficiente.
Sin duda, estos resultados
señalan que, muy probablemente
y en un periodo corto
de tiempo, a la alarma social
causada por el sobrepeso y la
obesidad infantil y juvenil haya
que sumar un incremento espectacular
de las dolencias de
espalda de los niños y adolescentes.