Un estudio realizado por

el Better Sleep Council,

una de las instituciones educacionales

sin ánimo de lucro

sobre el sueño más reconocidas

en Estados Unidos y Canadá,

ha desvelado que la

falta de sueño se traduce en

una disminución del rendimiento

en el puesto de trabajo,

un problema no sólo

de cantidad, sino también de

calidad. Y es que no basta

con dormir ocho horas cada

día, sino que además ese

tiempo debe suponer un

descanso de calidad. Si no es

así, las consecuencias no tardarán

en hacerse notar porque

la falta de sueño de calidad

afecta también al estado

de ánimo.

Si quiere garantías de que

acabará disfrutando de un sueño

de calidad, lea atentamente

el decálogo de la izquierda y

aplíquelo en su día a día.

ANTES DE COMPRAR

PRUEBE EL EQUIPO DE

DESCANSO. Hágalo simulando

la posición que suele adoptar

a la hora de dormir y estando

muy atento a cómo se

adaptan al cuerpo el colchón, la

base y la almohada, es decir, los

integrantes del equipo de descanso,

a la sensación de confort

que le generan, a la posición

que ha de adoptar la columna

vertebral cuando se encuentra

sobre ellos y a si le es fácil o no

cambiar de postura.

DE LA VUELTA AL COLCHÓN

CUATRO VECES

AL AÑO. Para que lo entienda,

en una cama de matrimonio,

por ejemplo, al cabo de doce

meses la cabeza de cada uno

de los miembros debe haber reposado

en las cuatro esquinas

del colchón.

REGULARIDAD. Procure

acostarse y levantarse

siempre a la misma hora, incluso

los fines de semana. Para

disfrutar de un sueño de calidad

se ha de dormir en torno

a las 8 horas diarias.

EXPOSICIÓN A LA LUZ.

Nuestro organismo relaciona

los periodos de sueño

con la oscuridad y los de vigilia

con la luz del día, por lo

que para conseguir un buen

descanso ha de exponerse durante

el día a la luz natural y

mantener el dormitorio oscuro

mientras esté acostado.

ACTIVIDAD FÍSICA. Una

de las claves para dormir

bien es llevar una vida activa.

Como el ejercicio físico moderado

ayuda a eliminar el estrés,

contribuye a la mejora

del descanso. Pero hay que tener

la precaución de realizarlo

al menos dos horas antes de irse

a la cama pues, paradójicamente,

después de este tiempo

de tregua puede resultar

excitante y dificultar el sueño.

RELAJACIÓN. La cama y

los nervios no son buenos

compañeros. Los problemas se

han de dejar fuera del dormitorio

y antes de acostarse su cuerpo

y su mente han de haber

desconectado de las preocupaciones

y las tensiones y han de

estar relajados. Piense en actividades

que puedan ayudarle,

como un paseo nocturno, un

baño de agua tibia, leer un libro,

etc. La habitación debe tener

un ambiente que propicie

el sueño y la relajación.

ALIMENTACIÓN. El estómago

tarda mucho

más tiempo en digerir una cena

pesada o excesivamente

copiosa y mientras la maquinaria

digestiva esté trabajando

puede que no sea capaz de

conciliar el sueño. Para evitar

problemas, lo mejor es apostar

por cenas ligeras.

TEMPERATURA Y VENTILACIÓN.

Es importante

ventilar la habitación cada

día y mantener, a la hora de

dormir, una temperatura media

de entre 18 y 20 ºC.

ROPA. Ni el frío ni el calor

son buenos ‘compañeros

de cama’. Para evitar tanto

un extremo como el otro, se ha

de dormir con ropa fresca en

verano y algo más gruesa en

invierno. En cualquier caso,

siempre ha de ser elástica y cómoda,

que ni tire ni incomode

a la hora de movernos.

CAMBIE EL COLCHÓN

CADA DIEZ

AÑOS COMO MÁXIMO. Aunque

pueda parecer una frase

hecha, tiene un fundamento

real basado en años de experiencia

de fabricantes y usuarios.

Pasado este tiempo los

colchones pierden las cualidades

para las que fueron diseñados

y no cumplen con su cometido,

por lo que repercuten

negativamente en la calidad

de nuestro sueño. Además,

años de sudar, estar enfermo o

incontinencia en los niños, hacen

que la suciedad y los ácaros

se vayan acumulando.

FUENTE: Asociación Española de la

Cama (ASOCAMA).