No se deje engañar por un
aspecto suculento y un
aroma irresistible. En algunos
destinos del mundo, con condiciones
higiénicas y sanitarias
más que cuestionables, es imprescindible
comer y beber
"con cabeza", pues un desliz culinario
puede acabar arruinando
las vacaciones de cualquiera a
causa de la llamada "diarrea del
viajero", un trastorno leve en la
mayoría de los casos pero que
recordará siempre como el contratiempo
que le obligó a sustituir
unos días idílicos por otros
en la cama de un hotel.
Entre el 40 y el 60% de las
personas que viajan a países
tropicales y subtropicales padecen
este trastorno. La mayoría
de las veces la diarrea del viajero
es un problema relativamente
leve, pero un 30-40% de los
afectados debe guardar cama
uno o dos días y modificar los
planes del viaje. Un 1% debe
ser ingresado en un hospital y
el 15% mantiene episodios diarreicos
después del viaje.
Los países en vías de desarrollo
de África, Oriente Medio,
Asia y Latinoamérica son los que
más quebraderos de cabeza le
pueden traer y, como es lógico,
cuanto más tiempo esté en el
país más se expone a este riesgo,
al igual que si prefiere un
viaje aventurero a un viaje organizado
con estancias en hoteles.
Las culpables habituales
son bacterias que han encontrado
en los alimentos y bebidas
sin control higiénico-sanitario,
un lugar ideal para
subsistir, en especial la Escherichia
coli. Los habitantes de estos
países conviven con estas
bacterias y poseen los anticuerpos
necesarios para hacerles
frente, algo de lo que nosotros
carecemos.
Duración
La diarrea del viajero suele
aparecer en la primera semana
del viaje. Dura entre tres y cinco
días, aunque en un 25% de
afectados, este periodo se prolonga
durante una o más semanas.
Se caracteriza por cuatro
o más deposiciones sueltas
en un día o tres o más en tan
solo ocho horas y además se
manifiesta al menos uno de los
siguientes síntomas: náuseas,
vómitos, fiebre, urgencia o dolor
en la defecación, calambres
o dolor abdominal.
Las bacterias patógenas
que causan la diarrea del viajero
se transmiten por vía fecaloral.
La transmisión puede originarse
por distintas razones:
escasez de recursos sanitarios
que impidan una correcta depuración
de las aguas residuales,
fertilización de cultivos
con deshechos humanos o por
una mala higiene personal de
las personas que manipulan
alimentos. Los virus responsables
de estas toxxiinfecciones
se propagan más fácilmente a
través del agua contaminada.
Prevenirlo está en su mano.
Como la causa de la diarrea es la
ingesta de alimentos o bebidas
en mal estado, para poder mantenerse
al margen de este problema
basta con cumplir diez reglas
básicas (ver recuadro). Los
expertos coinciden en que el
mejor tratamiento es una correcta
prevención. El consumo de
alimentos y agua en condiciones
higiénicas correctas evitaría la
gran mayoría de los casos de
diarrea del viajero. No existe otra
medida preventiva y sólo se
puede recurrir a los antibióticos
en algunas personas con ciertos
problemas de salud y siempre
en las dosis y pautas de administración
prescritas por el médico.
Tratamiento
La mayoría de las diarreas desaparecen
por sí solas en unos
días adoptando medidas dietéticas.
Pero si se prolonga más
de 48 horas, es muy severa o
se acompaña de fiebre alta, vómitos
intensos, sangre o moco
en las heces busque atención
médica, pues pueden prescribirle
medicamentos antidiarreicos
y antibióticos que le harán
mejorar de forma rápida.
Lo más importante es evitar
la deshidratación bebiendo
líquidos en abundancia, de dos
a tres litros al día, para remplazar
los líquidos perdidos a causa
de la diarrea. Si pasan 24
horas y la diarrea persiste ha
llegado la hora de recurrir a los
sobres de rehidratación oral,
que nunca han de faltar en el
botiquín de viaje. Pero si no tiene
ninguno a mano siempre
puede utilizar los remedios caseros.
Uno de ellos es añadir a
un litro de agua seis cucharaditas
rasas de azúcar y una cucharadita
rasa de sal y el otro
es la ‘limonada alcalina’ que se
prepara diluyendo en un litro
de agua un vaso de limón, cuatro
cucharadas de azúcar, una
de sal y otra de bicarbonato.
No haga caso al ya viejo
mito que dice que cuando se
padece una diarrea no se puede
comer, salvo, claro está,
que su cuerpo no tolere ningún
alimento. Cierto es que
no vale comer cualquier cosa,
pero sí sopas o caldos de arroz
o zanahoria, pescado blanco,
carne de pollo cocido o a la
plancha, manzana rallada o
asada, patatas hervidas, pan
blanco tostado y yogur desnatado
bioactivo. Al principio se
han de evitar los lácteos. Poco
a poco y a medida que las deposiciones
van siendo menos
líquidas se irá introduciendo
una dieta normal.
Cuidado con el agua
Hervir es el método más sencillo
y seguro para convertir el
agua potencialmente peligrosa
en apta para el consumo. Basta
con hervir el agua durante
un minuto, a nivel del mar, y
tres minutos en zonas por encima
de los 2.000 metros, para
que la mayoría de las bacterias
y virus sean neutralizados.
Otro método clásico para
purificar el agua es clorarla
echando en cada litro de
agua dos gotas de hipoclorito
sódico, es decir, lejía sin
detergente ni perfumada y
apta para consumo humano
(lea la etiqueta). Con la
primera opción se ha de
airear el agua diez minutos
para mejorar el sabor y
con la segunda se ha de
esperar media hora antes
de beberla.
FUENTES: Ministerio de Sanidad y
Consumo, Sociedad Española de Patología
Digestiva), www.viajarsano.
com y Academia Americana de
Médicos de Familia.
Más información: www.viajarsano.com