La evolución rápida e imparable
que la cosmética está
experimentando en los últimos
años se refleja, de forma
muy especial, en el desarrollo
de nuevas técnicas, métodos,
ingredientes y formas de aplicación
de los productos que
buscan, primordialmente, la
efectividad de los tratamientos
mediante resultados palpables
y lo más inmediatos posibles.
Es el caso de los parches transdérmicos,
cuyo uso ha experimentado
un auge considerable
en los últimos años. La
gran popularidad que han adquirido
refleja, sin duda, las
preferencias de un número
importante de usuarios que
buscan alternativas de belleza
cómodas, prácticas, fáciles de
usar y con buenos resultados.
La tecnología transdérmica,
a través de la aplicación de
parches en la piel, tiene multitud
de usos en el campo de la
salud y de la estética. Los parches
transdérmicos se empezaron
a usar en los años 70 como
forma de administración
de determinados medicamentos
y, posteriormente, la industria
cosmética los incorporó
como una forma sencilla de
aplicación de sus productos.
Mediante la aplicación de
parches el medicamento se
introduce en el organismo
por absorción transdérmica (a
través de la piel). Se utilizan
principalmente como vía de
administración en aquellos
medicamentos o sustancias
en los que se desea conseguir
un efecto mantenido en el
tiempo, ya que los parches
consiguen liberar el principio
activo de forma regular y
constante.
Los parches son una vía
adecuada para resolver problemas
estéticos como la celulitis,
el acné, la caída del cabello,
etc. Incluso se pueden utilizar
para otras aplicaciones como
potenciar el bronceado.
Cómo funcionan
Cuando se emplea un parche
transdérmico, se produce una
falta de oxígeno en la zona de
aplicación, lo que provoca una
vasodilatación capilar y, como
consecuencia, un aumento de
la absorción de las sustancias
activas. Este mecanismo también
facilita el transporte de
estos activos hasta las capas
más profundas de la piel, por
lo que los efectos son más beneficiosos
y duraderos.
Las capas más externas de
la piel (estrato córneo) están
formadas por células deshidratadas
y rodeadas de lípidos
con un contenido en agua inferior
al 20%, mientras que las
capas más profundas tienen
un contenido en agua del
60%. En la fabricación de los
parches transdérmicos se tiene
en cuenta esta estructura tisular,
por lo que se incorporan
agentes lipófilos para atravesar
el estrato córneo y sustancias
activas hidrófilas que actúan a
nivel de la epidermis.
Por este motivo, la principal
particularidad de los parches
transdérmicos es el elevado grado
de penetración en la piel y,
por lo tanto, la máxima eficacia
de las sustancias activas.