Al contrario de los que se
pensaba hace años, tener
los mofletes rojos no es un signo
de salud. Cada vez hay
más personas que tienen "piel
sensible", es decir, un tipo de
piel fácilmente vulnerable a las
agresiones externas ante las
que reacciona de un modo excesivo
y que, en muchas ocasiones,
se manifiesta con la
aparición de rojeces en la cara,
principalmente en las mejillas.
Su origen es hereditario y
empeora a causa de algunos
factores internos (comidas picantes,
alcohol, estrés) y externos
(radiación solar, cambios
bruscos de temperatura, frío,
polución). El único factor difícil
de controlar es el emocional,
pero sí podemos evitar el resto
de circunstancias que ocasionan
este trastorno y utilizar productos
cosméticos específicos
para este tipo de pieles. Los tratamientos
actuales pueden hacer
que estas rojeces prácticamente
desaparezcan y también
ayudan a prevenir su aparición.
Las rojeces faciales pueden
ser intermitentes o permanentes
(eritrosis), y si no se trantan pueden
evolucionar y dar lugar a finos
filamentos de color rojizo
que aparecen normalmente en
forma de árbol. Son pequeños
capilares que se han dilatado como
consecuencia del aumento
de la presión sanguínea en la zona.
Se conocen como telangiectasias
y delatan la presencia de
un problema estético muy prevalente:
la cuperosis, que se manifiesta
principalmente en mujeres
de entre 30 y 50 años de
edad que poseen una piel clara
que se enrojece con facilidad ante
los cambios bruscos de temperatura,
el sol, el frío, etc.
Si no se trata adecuadamente
y no se evitan los factores
que lo agravan, este trastorno
puede complicarse y dar
lugar a la rosácea, una enfermedad
crónica de la piel que
afecta fundamentalmente a la
cara. Aunque puede aparecer a
cualquier edad, predomina durante
la tercera y cuarta década
de la vida y alcanza su punto
de máximo riesgo ente los 40 y
los 50 años. Predomina en la
mujer (3:1) y es más común en
las personas de tez clara. Las
causas que la provocan todavía
no han sido identificadas totalmente,
pero parece deberse,
entre otros factores, a una alteración
en la microcirculación.
En el primer estadio, la rosácea
se caracteriza por un eritema
persistente y telangiectasias
faciales, predominantemente en
las mejillas y/o en las aletas de la
nariz. Cuando la enfermedad
progresa aparecen pápulas y
pústulas y en su fase más avanzada
puede darse una hiperplasia
difusa del tejido conectivo y
de las glándulas sebáceas. Esto
puede causar una hipertrofia de
la nariz, denominada rinofima.
La rosácea se desarrolla en
etapas y puede afectar a los
ojos provocando frecuentemente
inflamaciones como
blefaritis y conjuntivitis.
Desencadenantes
Conocer los desencadenantes
de las rojeces es básico para poder
evitarlos. Los cambios bruscos
de temperatura que se producen,
por ejemplo, cuando
pasamos del frío de la calle a la
calefacción excesiva de un local
comercial, el azote del viento intenso
y el intenso calor o el frío
pueden provocar la aparición de
telangiectasias. La radiación ultravioleta
de la luz solar también
puede afectar negativamente,
por lo que es muy importante
aplicarse a diario una crema con
factor de protección medio
(SPF20) durante todo el año.
El calor excesivo que emana
de la calefacción, el frío intenso,
el alcohol, el estrés, el tabaco,
la radiación solar diaria,
las comidas picantes y algunas
enfermedades (como la hipertensión,
la diabetes o determinados
problemas hepáticos),
también son factores de riesgo
de este trastorno.
Cuidados diarios
Para tratar una piel sensible
con rojeces es imprescindible
aplicar un tratamiento que responda
adecuadamente, ya que
se trata de un problema microvascular
ligado a un proceso inflamatorio.
Además de cuidar
la alimentación, la hidratación
y tener cuidado con la exposición
solar, es importante utilizar
un producto especialmente
indicado para el tipo de piel
sensible que se presenta.
Las pieles sensibles muestran
una especial intolerancia
a los productos cosméticos en
general, por lo que resulta necesario
utilizar productos especialmente
diseñados para su
cuidado. La formulación de estos
productos específicos debe
ser libre de alérgenos y no comedogénica.
El frío perjudica especialmente
a las pieles sensibles. Se
enrojecen, se irritan y se alteran
con facilidad, por lo que deben
de estar más protegidas que el
resto. Lo más adecuado es utilizar
cremas anti-rojeces desde el
inicio de los síntomas, con el fin
de evitar la evolución de la problemática.
Existen cremas antirojeces
que protegen y refuerzan
la pared de los capilares dérmicos
así como la matriz de soporte
de estos capilares, ofreciendo
así una doble protección microvascular.
Además, contienen activos
antiinflamatorios que ayudan
a calmar la irritación.
Una de las peculiaridades
de la piel con cuperosis es la
sensación de tirantez y disconfort.
La solución reside en usar
a diario una crema hidratante
que evite la sequedad y forme
un escudo protector frente a
las agresiones externas, pues
su fragilidad es tal que no puede
defenderse por sí sola.
Cremas con color
Con el maquillaje hay que tener
especial precaución. Pueden
utilizarse aquellos indicados para
pieles sensibles o, preferiblemente,
cremas anti-rojeces con
color que, además de actuar
contra el problema de base,
ayudan a disimular las pequeñas
ramificaciones enrojecidas y
aportan un tono saludable, sobre
todo en esta época del año
en que nuestra piel luce muy
blanca. También pueden emplearse
con cautela los correctores
de tono que se presentan
como maquillaje fluido, compacto
o barra/stick. Pero para
conseguir una tez uniforme han
de aplicarse bien: muy poca
cantidad y sólo en los sitios que
haya que camuflar, usando los
dedos o una esponja y aplicándolo
mediante ligeras presiones
para difuminarlo hasta conseguir
que se funda con la piel.
A la hora de desmaquillarse
hay que ser especialmente
cuidadoso, utilizando únicamente
productos fáciles de extender
y de retirar para no
producir irritación.
Cualquier consulta sobre
los cuidados que requiere
una piel con rojeces
puede ser aclarada por el
dermatólogo o el farmacéutico.
No dude en acudir
a ellos, son los profesionales
que mejor pueden
aconsejarle.