Un dato que no deja de resultarsorprendente esque la aparición de las primeraslentes de contacto se remontaa Leonardo da Vinci,allá por el siglo XV, según sepuede leer en cualquier manualde historia de la óptica. Esobvio que tuvieron que pasaralgunos siglos hasta llegar a suactual perfeccionamiento…
Un dato que no deja de resultar
sorprendente es
que la aparición de las primeras
lentes de contacto se remonta
a Leonardo da Vinci,
allá por el siglo XV, según se
puede leer en cualquier manual
de historia de la óptica. Es
obvio que tuvieron que pasar
algunos siglos hasta llegar a su
actual perfeccionamiento y uso
universalmente extendido.
Su presencia supuso toda
una pequeña revolución en el
mundo de la óptica, pues además
de sustituir a las tradicionales
gafas para mejorar o corregir
la visión en casos de
miopía o hipermetropía, superaban
a éstas con ventajas estéticas
y técnicas, como la erradicación
de las distorsiones
laterales, la facultad de no empañarse
con los cambios de
temperatura, su aplicación en
casos de anisometría (cuando
hay diferencias de graduación
entre un ojo y otro) y ante ciertas
deformaciones de la córnea
(queratocono y astigmatismo
irregular). Además, tanto en
determinadas profesiones como
en el deporte resultan extraordinariamente
prácticas.
Sobre la capa
lagrimal
Las lentes de contacto, también
conocidas como lentillas,
son piezas de plástico curvadas
que se colocan en el ojo,
concretamente sobre la capa
lagrimal que lubrica la córnea,
para corregir determinados
problemas de visión. A una
lente de contacto se le exige
que proporcione comodidad
para el usuario y que no produzca
efectos perjudiciales para
el ojo.
En ocasiones, el especialista
las recomienda como medida
terapéutica, para proteger
la superficie del ojo y evitar así
que el párpado lo roce y de
paso contribuya a la regeneración
del tejido, o para ayudar a
cicatrizar la córnea en caso de
úlceras crónicas, para administrar
algún tipo de medicamento
a través de la lente, etc.
Contraindicaciones
En determinadas circunstancias,
las lentes de contacto no
son recomendables, tal es el
caso de quienes manejan sustancias
químicas y tóxicas o
trabajan en ambientes cargados
de polvo; lo mismo ocurre
en el caso de personas con hipertiroidismo,
diabetes mal
controlada (dificulta la cicatrización
si hay herida) o artritis
grave en las manos, y en casos
de alteraciones oculares como
blefaritis (inflamación de los párpados),
queratitis (inflamación
de la córnea) y conjuntivitis (inflamación
de la conjuntiva,
membrana mucosa que recubre
el interior de los párpados).
Tampoco están indicadas
cuando está alterada la secreción
lacrimal, lo que puede ser
fruto de la administración de
determinados medicamentos
(diuréticos, antidepresivos o
antihistamínicos). En el embarazo
también se desaconseja su
uso, ya que en dicho estado,
especialmente en el tercer mes,
aparecen cambios en la córnea
y en la producción lagrimal. De
igual modo se aconseja que los
niños menores de nueve años
prescindan de utilizarlas, a menos
que el especialista, por algún
hecho concreto como ambliopía
u ojo vago, dictamine
lo contrario.
Las complicaciones que
pueden surgir por el empleo
de lentillas se resumen en: infecciones
oculares, reacciones
alérgicas a las soluciones de
limpieza o a las partículas que
se depositan en las lentes, inflamación
(enrojecimiento) del
ojo, raspadura en la córnea,
cambio de forma de la córnea
y crecimiento anormal de vasos
sanguíneos en la zona normalmente
transparente de la
córnea.
Finalmente, la sequedad
ocular es una alteración de la
producción de la película lagrimal
que afecta a miles de
usuarios de lentes de contacto
que no tienen el ojo protegido
ni humedecido de forma adecuada.
Casi el 50% de los
usuarios sufren incomodidad a
lo largo del día, de la que la
principal culpable es la sequedad
ocular. La razón principal
de abandono del uso de lentillas
se debe, precisamente, a
estas molestias.
Cuidados y limpieza
En la actualidad la evolución
de las lentillas ha ido paralela a
sus distintas modalidades de
uso, lo que permite aplicar un
tipo de lente específico para
cada usuario acorde con las características
de sus ojos, sus necesidades
profesionales, gustos
estéticos, etc. Pero uno de los
principales factores que deben
tener en cuenta los usuarios es
su cuidado y limpieza.
En un reciente simposio
sobre lentes de contacto, celebrado
en Xátiva, el profesor
Antonio López Alemany se inclinó
claramente por las lentes
desechables, las cuales, dijo,
'presentan un material nuevo,
mucho más limpio frente a un
material -el de las lentillas de
larga duración- que con el paso
del tiempo se va a alterar'.
Añadió que en lo que a la limpieza
se refiere, 'aunque las
lentes de larga duración se
limpien, siempre pueden quedar
restos de impurezas y esto
no ocurre con las de reemplazo
diario'.
Lopez Alemany señaló
igualmente que el porcentaje
de infecciones por el mal uso
de lentes de contacto podría
descender considerablemente
si se produce un recambio periódico
de estas lentes, o bien
con un buen mantenimiento
que implica limpieza y desinfección,
o combinando ambos
factores.
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