Con la llegada del otoño los
amantes de las setas acuden
al bosque con la intención
de disfrutar de un agradable día
de campo y con la mente puesta
en el suculento plato que saborearán
horas más tarde. Pero
la ignorancia, las falsas creencias
y la confusión hacen que muchos
acaban la jornada en la sala
de urgencias de un hospital
en vez de ante una buena mesa.
Cuando decida ponerse
manos a la obra hay algo que
nunca debe olvidar: 'seta que
no conozca, no la coma' y ante
la más mínima duda no la
coja pues, en ocasiones, el aspecto
de una especie tóxica y
otra comestible es tan similar
que puede llevar a equívocos.
Tan sólo debe recoger especies
comestibles conocidas, que
estén en un buen estado de
conservación (ni rotas, ni empapadas
en agua, ni parcialmente
descompuestas, ni que se hayan
helado por la noche) y, siempre
y cuando, no le quepa ninguna
duda sobre su identificación.
Rompiendo creencias
La única forma de saber si una
seta es tóxica o no es conociéndola
de antemano, por lo que
de nada sirven aquí las falsas y
viejas creencias populares, como
el que la cucharilla de plata,
el grano de ajo o la patata
se ennegrece si están en contacto
con una seta tóxica. Tampoco
la cocción o la desecación
(es decir, extraer la humedad)
o la maceración con vinagre o
sal eliminan el veneno.
El hecho de que cambien
de color al cortarlas o que tengan
anillo no las convierte en
peligrosas para nuestra salud
pero tampoco nos podemos
basar en un sabor y olor agradables
para ponerlas sin ninguna
duda en la mesa.
No se extrañe si ve a un
caracol o cualquier otro animal
comer una seta tóxica para los
seres humanos ni menos aún
crea que porque a él le sienta
bien, el efecto será el mismo
en usted. Otra falsa creencia es
pensar que por el simple hecho
de que una seta crezca sobre
madera, en las laderas y los
márgenes de bosques o en
prados y dehesas donde el ganado
pace, es comestible.
También puede ocurrir que
una especie comestible esté
contaminada por plomo, insecticidas
y otros elementos
tóxicos. Por ello, ha de evitar
recolectar las setas que crezcan
en cunetas, zonas industriales,
setos y parques de las ciudades
o en suelos enriquecidos con
abonos químicos.
Síntomas
Las consecuencias de una intoxicación
por setas varían en función
de la especie en cuestión y
de la sensibilidad personal. Los
primeros síntomas pueden aparecer
al poco tiempo de haberlas
tomado, entre media hora y
tres horas más tarde. Normalmente
se cumple la regla de
que cuanto antes aparezcan los
síntomas menos graves serán. Y
es que, si pasan más de seis horas
entre el momento en el que
se comieron y los primeros síntomas
se suele estar ante una intoxicación
grave. Tenga en
cuenta que un periodo de incubación
largo es un indicio de
peligrosidad, por lo que no baje
la guardia durante, al menos, las
primeras diez horas tras haber
ingerido las setas.
En general cuando una
persona ha tomado una seta
tóxica puede tener fuertes dolores
de estómago, vómitos
dolorosos y continuados, diarreas
fétidas y abundantes, sudor
frío, vértigo, delirios y periodos
alternativos de crisis y
de calma o postración total.
Ante la más mínima sospecha
de intoxicación ha de acudir
de inmediato a un centro sanitario,
pues la eficacia del
tratamiento depende en gran
parte de la rapidez con la que se
actúe. No olvide llevar consigo
restos de las setas que haya comido
para que los médicos puedan
saber de qué especie se trata
y actuar en consecuencia.
FUENTES: Gobierno de Navarra, Generalitat
de Cataluña y Gobierno de
Aragón.
En caso de intoxicación:
Servicio de Información Toxicológica
Tel.: 91 562 04 20 (funciona las 24 horas del día)
www.mju.es/toxicologia/