En 1935 los doctores Stein y

Leventhal hablaron por primera

vez del síndrome del

ovario poliquístico, una enfermedad

muy común que se

manifiesta en mujeres fértiles.

Suele presentarse en la adolescencia

y nunca más tarde de

los cuarenta años de edad y las

afectadas normalmente tienen

familiares (madre o hermana)

que presentan o han presentado

este mismo trastorno.

Si algo lo identifica es la

presencia de numerosos y pequeños

quistes benignos en

los ovarios, de ahí su nombre.

Se da además la circunstancia

de que los ovarios poliquísticos

tienen un tamaño entre

dos y cinco veces superior al

normal y están recubiertos por

una capa blanca grasa y muy

resistente. Estas alteraciones

dan lugar a que los ovarios no

produzcan óvulos en cantidades

normales o no los liberen

(ovulen) en sus ciclos habituales,

de ahí que este síndrome

sea una de las principales causas

de infertilidad femenina.

Hay mujeres que tienen

ovarios poliquísticos, es decir,

agrandados y con quistes, pero

sus reglas son regulares, su peso

es el ideal y no tienen problemas

de acné ni de vello, síntomas

más característicos de este

síndrome. No han de confundirse

ambas situaciones, pues para

que se pueda hablar de enfermedad

la mujer ha de tener al

menos uno de los síntomas que

se recogen en el recuadro adjunto.

Se calcula que el 20% de

las mujeres en edad reproductiva

poseen ovarios poliquísticos y

sólo una tercera parte de ellas

padece el síndrome.

¿A qué se debe?

Todo comienza con una ‘comunicación

defectuosa’ entre el

cerebro y los ovarios. El primero

produce unas hormonas que

son los mensajeros encargados

de comunicar al ovario que

produzca estrógenos y progesterona,

las hormonas sexuales

femeninas, y una pequeña cantidad

de testosterona, la hormona

sexual masculina.

Cuando el síndrome se

manifiesta, los ovarios reciben

señales hormonales incorrectas

por lo que, por ejemplo,

pueden producir testosterona

extra, de ahí los rasgos varoniles

que tienen algunas de estas

pacientes, o no recibir cada

mes la señal que les indica que

ha de comenzar el ciclo menstrual

y la ovulación. Todo se

resume, por tanto, en un desequilibrio

hormonal.

Complicaciones

Aunque la infertilidad es una

complicación habitual de esta

enfermedad, es posible lograr

un embarazo con tratamientos

médicos o quirúrgicos. Tras la

concepción, el embarazo no

suele presentar problemas

pues, al margen de la presencia

de quistes, estas mujeres

poseen un útero normal y

unos ovarios saludables.

Otra complicación que

puede darse en algunos casos

es una mayor resistencia a la

acción de la insulina, la hormona

que regula el azúcar en

la sangre, por lo que puede

aparecer diabetes tipo 2. En

otras mujeres se produce un

aumento de los niveles de colesterol

y triglicéridos.

No obstante, un tratamiento

y seguimientos adecuados

pueden evitar muchas

de estas complicaciones.

Tratamiento

Aunque el síndrome de ovario

poliquístico no tiene curación, si

se toman los medicamentos

adecuados, se cambian ciertos

hábitos y/o se realiza ejercicio se

pueden disminuir los síntomas.

El tratamiento será diferente en

cada paciente dependiendo de

los síntomas, la intensidad con

la que se manifiesten, el malestar

con el que la mujer los padece,

su edad y los deseos que

tenga de quedarse embarazada.

La terapia más común y

efectiva son los fármacos anticonceptivos,

en aquellos casos

en que no se desee un embarazo.

Este tratamiento ayuda a

que los periodos menstruales

sean regulares, mejora el acné y

disminuye el crecimiento del

vello y el riesgo de cáncer endometrial.

En aquellos casos en

los que existan problemas de

fertilidad se ha de recurrir a técnicas

de reproducción asistida y

a inductores de la ovulación.

Cuando una de las manifestaciones

de la enfermedad

es el sobrepeso el tratamiento

pasa por una dieta adecuada y

ejercicio. Tener un peso adecuado

contribuye a evitar el

riesgo de hipertensión arterial,

diabetes, enfermedad cardiovascular

y embolias. Para los

problemas de acné las opciones

que se barajan son medicamentos

orales y cremas tópicas

y para el crecimiento del vello

se pueden recurrir a fármacos

que eviten el crecimiento y a

tratamientos cosméticos como

la depilación y el láser. En ambos

casos, los anticonceptivos

también son eficaces.

FUENTES: Fundación de Hormonas

(EE.UU), Medline Plus, Asociación

Médica Americana y Centro para la

Salud de la Mujer Joven (Hospital

Infantil de Boston).