De todos los actos de violenciacriminal registrados, sóloel 10 por ciento de ellos estáasociado a un trastornomental diagnosticado, aunquesi se trata correctamentea los pacientes el riesgode agresividad desaparece,según ha manifestado ungrupo de expertos durantela presentación en Madriddel libro ‘Neurobiología dela Agresividad Humana’. No obstante, la…
De todos los actos de violencia
criminal registrados, sólo
el 10 por ciento de ellos está
asociado a un trastorno
mental diagnosticado, aunque
si se trata correctamente
a los pacientes el riesgo
de agresividad desaparece,
según ha manifestado un
grupo de expertos durante
la presentación en Madrid
del libro 'Neurobiología de
la Agresividad Humana'.
No obstante, la violencia
está aumentando debido a
factores sociales y ambientales,
como el incremento de
familias desestructuradas, la
contaminación atmosférica y
acústica, la mayor frustración
de la población, la masificación
humana y el progreso
tecnológico.
Además, el funcionamiento
neuroquímico del cerebro y
las alteraciones genéticas también
influyen en el incremento
y control de la agresividad. El
psiquiatra y autor principal del
libro, David Huertas, explicó
que la obra relaciona el fracaso
del control cerebral sobre
la agresividad que se demuestra
a través del incremento
de los actos violentos
cotidianos (violencia
doméstica, en la
escuela, en los centros
urbanos y en el trabajo,
entre otros ámbitos).
Además, se ha comprobado
que las hormonas
sexuales intervienen significativamente
en la regulación
de la agresividad
humana.
En este sentido, señaló
que la elevación de
los niveles de la hormona
masculina testosterona
produce una tendencia
a la agresividad, que
es filtrada y modulada por
otra sustancia del cerebro 'y la
deja expresarse en situaciones
razonables (actitud defensiva,
reivindicación de derechos)
puesto que en ocasiones tiene
fines positivos'.
'Los humanos somos agresivos
por naturaleza, ya que
este instinto es necesario para
la supervivencia de la especie.
Lo que supone un
problema es la transformación
de este instinto en comportamientos
de agresión innecesaria
o patológica, y es
en este aspecto donde la sociedad
está fracasando', indicó
Huertas, también profesor
asociado de Psiquiatría de la
Universidad de Alcalá de Henares
(Madrid), quién resaltó
también que 'es posible el
control de esta agresividad
mediante la educación y la
búsqueda de objetivos sustitutivos
como el deporte, el
juego, etcétera'.
Asimismo, según este experto,
los datos disponibles
demuestran que la tasa de
agresividad potencial en las
mujeres es igual o superior a
la de los hombres, aunque se
manifiesta de forma indirecta
(descalificación, humillación,
etcétera), frente a la violencia
externa que expresan los varones
(homicidio, violación,
asalto armado). Para el director
del Instituto de Psiquiatría
y Salud Mental del Hospital
Clínico San Carlos de
Madrid, Juan José López-
Ibor, esta circunstancia
se debe a que
'las mujeres tienen un
mayor apego a las normas
sociales y culturales
tradicionalmente, por lo
que han tenido que
desarrollar su agresividad
dentro de los usos
y costumbres'.
Por otra parte, los
expertos destacaron que
se ha demostrado que
la contaminación acústica
y la temperatura influyen
en el aumento de
la agresividad. En concreto,
un estudio demostró
que entre la franja de los 22 a
los 32 grados se incrementa el
comportamiento violento.
La globalización
López Ibor afirma que el proceso
de globalización influye
en el aumento de agresividad,
ya que los individuos intentan
diferenciarse del resto a través
de la lengua, costumbres o
historia. En este sentido, precisó
que 'la cultura puede dirigir
la agresividad hacia fines
positivos' y anunció que la
OMS está realizando estudios
para analizar cómo influyen
los cambios políticos en la salud
de las personas.
Según la Organización
Mundial de la Salud (OMS), la
violencia es un grave problema
mundial de Salud Pública que
se va incrementando debido a
diversos factores (biológicos,
ambientales y de progreso tecnológico).
Además, en la actualidad
está aumentando la
violencia por placer y se está
imponiendo una cierta estética
de la transgresión, en la que se
manifiesta la expresión de la
violencia en el arte, el ocio y
otros ámbitos, que 'pueden
ser preocupantes como el caso
de los videojuegos', en opinión
del doctor Huertas.
En el caso de los políticos,
este especialista destacó que
tienen mucha responsabilidad,
ya que 'intentar dividir y
segregar a los grupos y causar
crispación es peligrosísimo de
cara a una posible reacción
de violencia que no sea fácilmente
controlable'.