Si algunos de los adultos sufrenel llamado síndromepostvacacional tras las vacacionesestivales, a nadie debe extrañarleque para algunos niñostambién resulte estresante volverde nuevo al colegio. La razónestá en que la vuelta al "cole"conlleva una adaptaciónprogresiva que supone un granesfuerzo físico y psíquico paralos más pequeños de…
Si algunos de los adultos sufren
el llamado síndrome
postvacacional tras las vacaciones
estivales, a nadie debe extrañarle
que para algunos niños
también resulte estresante volver
de nuevo al colegio. La razón
está en que la vuelta al 'cole'
conlleva una adaptación
progresiva que supone un gran
esfuerzo físico y psíquico para
los más pequeños de la casa.
El regreso a las aulas no es
sólo abrir de nuevo los libros o
reencontrarse con los compañeros;
también es acostumbrarse
de nuevo al sonido del despertador,
a vivir el día a día
atado a un horario y a despertar
el 'cerebro' del largo descanso
veraniego. Hay que ponerlo
de nuevo en marcha y hacer
que se amolde a las clases, a los
deberes y a las horas de estudio.
La jornada escolar está
compuesta por un sinfín de actividades
y para poderlas afrontar
los niños necesitan grandes
dosis de energía. En nuestra
mano está que el niño pueda
seguir el ritmo, apostando por
una alimentación sana y equilibrada
para toda la familia. Los
niños han de aprender a comer
de todo y con moderación.
Cinco comidas diarias
Recuerde esta regla básica: los
niños han de hacer entre cuatro
o cinco comidas diarias: desayuno,
almuerzo, comida, merienda
y cena y hay que procurar
que no se salten ninguna. La
primera comida del día es la
más importante, tal es así que
un desayuno escaso se relaciona
con la obesidad y un bajo rendimiento
escolar. Lácteos, cereales
y fruta son los tres pilares de un
desayuno completo y equilibrado,
que para ser perfecto ha de
hacerse sin prisa y en compañía.
El pan y las galletas pueden intercambiarse
con los cereales y
la fruta con el zumo de fruta
(natural si es posible).
El almuerzo y la merienda
no es el lugar para las chucherías,
las bebidas azucaradas y
la bollería industrial sino el
momento de recargar las pilas
con fruta, lácteos y pequeños
bocadillos. Un alimento rico
en hidratos de carbono, como
la patata, la pasta o el pan,
más algún alimento proteico,
como carne, pescado o huevos,
además de verdura o ensalada,
sin olvidarnos de una
pieza de fruta y algún producto
lácteo como postre dan como
resultado la comida ideal.
Tenga siempre presente
que la alimentación cuanto
más variada más equilibrada y
cuando llegue la hora de la cena,
revise lo que ha comido el
niño a lo largo del día y complemente
el menú con aquellos
nutrientes que le falten.
Y no deje que el niño picotee
entre horas, más aún si intentan
'matar el gusanillo' con
alimentos ricos en azúcares o
grasas, como chucherías o patatas
fritas; no alimentan y
quitan el hambre.
La base
Las frutas y las verduras son
imprescindibles en una dieta
sana y equilibrada. Lo ideal son
cinco raciones al día de frutas y
hortalizas frescas. Moderar el
consumo de carne, especialmente
las procesadas y los embutidos,
reducir el de sal, utilizando
a ser posible sal yodada,
y restringir los dulces y chucherías
son otras de las claves
de una alimentación infantil
adecuada. Además, los niños
deben tomar cuatro raciones
de pescado a la semana.
No hay nada mejor para
calmar la sed que el agua. Como
sustitutos ocasionales puede
contar con un vaso de leche
o un zumo natural pero
en cambio el consumo de zumos
artificiales, lácteos azucarados
y refrescos ha de ser
siempre excepcional.
Y aunque resulte tentador
e incluso parezca eficaz, no
utilice los alimentos como premio
o castigo. Gracias a esta
estratagema quizás el niño
acabe haciendo lo que usted
quiere, pero a un precio demasiado
alto, ya que puede
que acabe cogiendo fobia a
los alimentos con los que le
castigan, como el pescado y
las verduras, y 'adorando' a los
que se convierten en premios,
alimentos que normalmente
son menos aconsejables, como
los dulces y los salados.
Suplementos alimenticios
Cada nutriente juega un papel
insustituible y necesario en el
organismo, por eso es tan importante
comer de todo y con
moderación. El pan, la pasta,
el arroz y las legumbres, entre
otros, son ricos en hidratos de
carbono; los huevos, la leche,
la carne y el pescado, en proteínas;
los minerales y vitaminas
se encuentran sobre todo
en frutas y verduras y hay alimentos
ricos en grasas, como
los embutidos, la bollería y el
aceite.
Además, existen suplementos
alimenticios que ayudan
a estar en plena forma.
Remedios naturales, elaborados
a base de extractos de
plantas, que a pesar de sus virtudes
no pueden sustituir una
alimentación sana y equilibrada
sino complementarla y que
se rigen por unas indicaciones
de uso que han de tenerse
siempre en cuenta. Suplementos
en los que, por ejemplo,
podemos encontrar vitaminas,
como la A que es un importante
antioxidante y un aliado
del sistema inmunitario, además
de jugar un papel esencial
en la salud ocular y de la piel;
la B1, que participa en el mantenimiento
de las funciones
del sistema nervioso y digestivo,
o la C, la cual no sólo es
una importante vitamina antioxidante
que da soporte al
sistema inmunológico del organismo
sino que además es
vital para la absorción de hierro
y juega un papel decisivo
en el mantenimiento de encías,
dientes, piel y sistema
vascular.
FUENTES: Organización de Consumidores
y Usuarios (OCU) y SALUS.