Menos del 10% de los varones
acuden periódicamente
a la consulta del urólogo
para hacerse una revisión.
La razón parece residir en un
cierto miedo y en la incomodidad
que les provoca tener que
someterse a exámenes que
tengan que ver con zonas tan
íntimas como la próstata, el
colon y el recto, un hecho que
no sólo se debe a la idea preconcebida
de que estas pruebas
son dolorosas, sino también
a los prejuicios que
rodean al tacto rectal. Pero la
realidad es que la exploración
urológica, con tacto rectal incluido,
aunque provoca cierta
incomodidad, generalmente
es indolora.
Revisiones periódicas
Los especialistas no dejan lugar
a dudas y son unánimes
al afirmar que a partir los 50
años las revisiones urológicas
periódicas son imprescindibles,
ya que a partir de esta
edad aumenta considerablemente
la incidencia de hiperplasia
benigna de próstata y
de cáncer de próstata. Ambas
enfermedades tienen síntomas
similares y es necesario
llegar a un diagnóstico cuanto
antes. Dichas revisiones deben
adelantarse a los 40-45
años cuando existan antecedentes
familiares de este tipo
de cáncer.
Cuando el cáncer de próstata
se inicia es una lesión muy
pequeña, sólo visible al microscopio,
y no produce síntomas.
Con el paso del tiempo
crece, va poco a poco invadiendo
la próstata e incluso
puede extenderse a otras zonas.
Una prueba de ello es que
los síntomas dan la cara cuando
afecta a órganos vecinos,
como la uretra, la vejiga o las
vesículas seminales o incluso a
otros más alejados, como los
huesos. En este último caso, el
dolor de la pelvis o de la columna
vertebral es una señal
inequívoca de la extensión del
proceso.
Gracias a las revisiones
urológicas periódicas se puede
detectar el cáncer cuando aún
no ha sobrepasado la barrera
de la próstata y las posibilidades
de curación son mucho
mayores. Además, en estos casos
la calidad de vida del paciente
también aumenta considerablemente,
ya que se
pueden aplicar tratamientos
menos agresivos, como la braquiterapia,
una modalidad de
radioterapia local que presenta
unos índices de curación similares
a los de la cirugía radical
de la próstata sin apenas efectos
secundarios.
En la consulta
Además de un examen físico
general, lo habitual es que el
urólogo realice un estudio inicial
de la próstata solicitando,
en primer lugar, la determinación
en sangre del Antígeno
Prostático Específico o PSA.
Dependiendo del valor que se
obtenga en este análisis, el especialista
sospechará o descartará
la existencia de un posible
cáncer de próstata y de otra
serie de patologías benignas,
como son la prostatitis o la hiperplasia
benigna de próstata.
Este estudio inicial se completa
con un tacto rectal, o lo
que es lo mismo, una exploración
digital de la próstata a través
del recto en la que se palpa
y se valora el tamaño, la consistencia
y la regularidad de su
contorno; una prueba sencilla
gracias a la cual el urólogo es capaz
de detectar un agrandamiento
de la próstata, la existencia
de nódulos y la dureza de los
mismos. No obstante, con el
tacto rectal sólo se puede explorar
la cara posterior y los laterales
de la próstata, lugar en el que se
asientan la mayor parte de los
tumores, y no es posible detectar
tumores muy pequeños.
Si los niveles de PSA en sangre
y el tacto rectal son normales,
no suele ser necesario continuar
realizando más pruebas,
pero si alguna de las dos está
alterada será necesario realizar
otros exámenes que orienten a
un diagnóstico definitivo. Entre
las armas con las que cuenta el
médico para conseguir un diagnóstico
certero destacan dos: la
ecografía transrectal y la punción-
biopsia de la próstata. La
primera es una ecografía que se
realiza a través del ano y que
permite observar mejor tanto la
próstata como sus alteraciones.
Es una prueba muy sensible
que permite valorar el tamaño,
la extensión de las lesiones y
comprobar si otras partes del
cuerpo, como la vejiga y las
vesículas seminales, se han visto
afectadas. A la vez es muy
útil para dirigir y orientar la
punción, mediante la cual se
obtienen muestras de tejido
prostático que se analizarán
para saber si existen células
malignas. Su importancia es tal
que, de hecho, sólo esta prueba
es capaz de confirmar totalmente
la existencia de un cáncer
de próstata.
Consulte con su urólogo cualquier
duda que tenga sobre
la próstata y sus enfermedades.
Él es el especialista más
apropiado para responder a
sus preguntas e indicarle a
qué pruebas debe someterse
y qué tratamiento debe seguir.
Siga el ejemplo de las
mujeres que le rodean,
conscientes de lo importante
que son las revisiones
anuales en el ginecólogo, y
apueste por su salud.
FUENTES: Asociación Española Contra
el Cáncer, Asociación Española de
Urología y El Médico Interactivo.