Las personas resilientes pueden manejar mejor el estrés y las adversidades, lo que favorece que no desarrollen depresión. Si la sufren, la intensidad de síntomas son mucho menores que los de las personas con bajo nivel de resiliencia
4 de marzo 2024. 10:58 am
El origen del concepto resiliencia viene del término del latín resilio que significa volver atrás. La resiliencia se puede definir como el conjunto de factores que promueven una adaptación positiva a una situación. La American Psychological Association la define como la habilidad que para adaptarse…
El origen del concepto resiliencia viene del término del latín resilio que significa volver atrás. La resiliencia se puede definir como el conjunto de factores que promueven una adaptación positiva a una situación. La American Psychological Association la define como la habilidad que para adaptarse al estrés y la adversidad.
Las personas más resilientes son aquellas con un mayor equilibrio emocional y, por ello, con más capacidad de control y más manejo del estrés y adversidades.
La depresión es un trastorno mental complejo causado por diversos factores, como la genética, los cambios hormonales, los factores ambientales y los acontecimientos estresantes de la vida. Aunque tener una alta resiliencia puede ayudar a prevenir la depresión, no es una garantía absoluta.
En las depresiones exógenas un alto nivel de resiliencia prepararía a la persona para afrontar las adversidades de otra manera y, por eso, las que tienen una elevada resiliencia sufren en mucha menor medida depresiones. Cuando estas sobrevienen su duración, intensidad de síntomas son mucho menores que las personas con bajo nivel de resiliencia.
En el caso de las depresiones endógenas, aunque estas no dependan tanto de factores externos, la capacidad de manejar mejor los síntomas físicos y mentales, mantener un mayor equilibrio emocional suele conllevar un mejor manejo de la sintomatología y una menor afectación funcional, lo que disminuye la frecuencia de episodios.
Evidencia científica
Un metaanálisis de Faber y Rosendahl en 2020 encontró en una muestra de 13.444 participantes de los 27 estudios analizados que la mayor resiliencia en las personas mayores está sistemáticamente, en todos menos en un estudio, asociada a una mejor salud mental: menor ansiedad, depresión y estrés postraumático.
A nivel neurológico las personas con mayor resiliencia presentan una mayor activación del córtex prefrontal de la parte izquierda del cerebro. El córtex prefrontal está asociado a funciones cognitivas y ejecutivas superiores, tales como la consecución de metas, emisión de juicios de valor, predicciones futuras de resultados y generación de expectativas.
La resiliencia, por lo tanto, puede ser un factor protector contra la depresión y las personas con altos niveles de resiliencia pueden hacer frente mejor a situaciones adversas y adaptarse de manera positiva mejor que otras.
Trabajar la resiliencia
Mejorar la resiliencia debe ser uno de los objetivos principales en los que se debería focalizar la atención en salud mental en estos momentos. La resiliencia no es una cualidad innata ni estática, sino una habilidad que se puede cultivar y fortalecer a lo largo de la vida.
Uno de los aspectos más importante es fomentar esta cualidad en la infancia, sobre todo en el ambiente familiar y el resto de entornos sociales, como la escuela.
Hay una tendencia de crianza que perjudica a la resiliencia y es acostumbrar a los hijos a conseguirlo todo de manera sencilla, sin esfuerzo y de manera rápida. En un afán de proveer a los hijos de todas las necesidades, se tiende a sobreproteger. Es muy importante que desde pequeño se fomente la independencia, cosas muy importantes como aprender a esforzarse para conseguir algo deseado, que no todos los esfuerzos son premiados, que no todo se consigue, aprender a ganar, pero muy importante aprender a fracasar también, y seguir intentando.
Prevención
Es posible mejorar la resiliencia como medida preventiva ante la depresión, pero es importante recordar que cada persona tiene unas connotaciones especiales y puede requerir diferentes enfoques para mejorar su resiliencia. Por lo tanto, debe buscarse el consejo de profesionales de la salud mental para recibir un apoyo personalizado.
Dentro de la valoración integral de la depresión, se incluyen aspectos implicados en la resiliencia del paciente, como un estilo de vida saludable, las relaciones sociales y familiares, habilidades de afrontamiento, distorsiones cognitivas, pensamientos negativos…
De forma general, mejorar la red de apoyo de las personas con relaciones positivas con amigos y familiares, cuidar el bienestar físico y emocional, alimentación adecuada, dormir lo suficiente, ejercicio regular y evitar consumo de tóxicos; aprender técnicas de afrontamiento y resolución de problemas, técnicas para gestionar mejor el estrés, técnicas de relajación, respiración, manejo cognitivo, oportunidades para el crecimiento personal, actividades placenteras, potenciar sus capacidades intelectuales, aprender a desafiar y reemplazar los pensamientos negativos por pensamientos más realistas y positivos buscando oportunidades de aprendizaje y crecimiento en situaciones difíciles, entre otros pueden fortalecer la resiliencia del individuo.
Manejo multidimensional
Se puede crear una sociedad resiliente a la depresión, pero esto requiere de un esfuerzo conjunto a nivel individual, comunitario y social. Los psiquiatras atienden diariamente consultas que tienen relación con la nula tolerancia a la frustración. Una sociedad que ha perdido valores y que no tolera la frustración hace que, ante adversidades cotidianas de la vida diaria, muchos pacientes busquen en las consultas alivio a su malestar y conduzcan a los facultativos a facilitárselo mediante la vía farmacológica.
Por tanto, existe también un problema de diagnóstico y de atención en ocasiones inadecuada, que coloca a España como uno de los países de nuestro entorno con las tasas más alta de prescripción de antidepresivos y ansiolíticos.
Educación psicosocial
Es importante en este punto hablar de educación psicosocial, abandonada por las instituciones y el Sistema Nacional de Salud, y no puesta en práctica por los profesionales sanitarios ante una presión asistencial desbordante.
La mejora de las cualidades de resiliencia puede lograrse a través de prácticas básicas que podrían empezar desde los centros de salud, puerta de entrada de los pacientes que acaban en los centros de salud mental.
Así, la creación de una sociedad resiliente a la depresión requiere de un enfoque multidimensional e integral que incluya educación, acceso a servicios de salud mental, reducción del estigma, promoción de habilidades de afrontamiento, apoyo social, estilo de vida saludable y políticas públicas efectivas.
El fomento de la actividad física y la promoción de un estilo de vida saludable también juegan un papel fundamental en el cuidado del bienestar mental. Se ha demostrado que el ejercicio regular reduce el estrés, la ansiedad y la depresión, mejorando la resiliencia general.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Psiquiatría Mario Javier Hernández González, del Centro de Salud Mental de Mieres, en Asturias; Miguel Barberán Navalón, de la Unidad de Salud Mental de Xàtiva, Valencia; Nuria Camps Montané, del Centro Salud Mental de Adultos Alt Penedès, en Vilafranca del Penedès, Barcelona; Sofía García Sánchez, del Equipo Comunitario Osuna, en Sevilla; Ramsés Alejandro Cortés Valdez, psiquiatra independiente en Mallorca; Álvar Peña Rotella, del Hospital Sierrallana, Servicio Cántabro de Salud; Patricia Marques Cabezas, del Hospital Clínico Universitario de Valladolid; Rebeca Sagarra Arruego, del Hospital General de la Defensa, en Zaragoza; Diego Arenas Ros, del Centro Asistencial San Juan de Dios, en Málaga, y José Alejandro de Arriba Juste, de la Unidad de Salud Mental El Lasso.