La terapia inhalada constituye la base del tratamiento de diversas patologías respiratorias, entre ellas, el asma. Conocer los diferentes dispositivos, su funcionamiento y las opciones de administración que presentan la variedad de fármacos disponibles son claves a la hora de establecer el tratamiento individualizado para cada paciente.

La eficacia de esta terapia en los pacientes con asma radica en que consigue una liberación directa del medicamento hacia los pulmones, requiere menor dosis de fármaco lo que conlleva efectos adversos son mínimos frente a los que presentan los administrados por vía sistémica, y su uso es rápido y efectivo. Así resume la doctora Patricia Lupiáñez Seoane, médica del Hospital Universitario Virgen de las Nieves, en Granada, las características que hacen de esta terapia la vía de elección en el manejo de los pacientes con asma.

“La terapia inhalada consiste en la administración, a través de la vía aérea directa, de broncodilatadores, glucocorticoides y mucolíticos que permite una mayor rapidez de acción en el árbol respiratorio al actuar directamente sobre el órgano diana: los pulmones”, explica. Y actúa “mejorando la función respiratoria incluyendo el volumen espirado forzado (FEV1), la capacidad vital forzada (FVC) y el flujo pico espirado (PEF)”.

El doctor Miguel Ignacio López Ramiro, médico de Urgencias del Hospital de Alta Resolución de Loja (Granada), añade que se caracteriza por depositar la cantidad máxima de principio activo de forma local con un mínimo depósito sistémico. También destaca que, tal como recoge la guía GEMA, todos los profesionales sanitarios implicados en el manejo del asma “deben involucrarse en la instrucción y control de la terapia inhalada”. En ese sentido, la doctora Elena Torres Sánchez, médica del Hospital Virgen de las Nieves, en Granada, señala como uno de los inconvenientes para su uso la necesidad de entrenamiento por parte del paciente.

Usar correctamente un inhalador

Para el correcto uso de los inhaladores para el asma, aunque pueda parecer simple, el primer paso es tener preparados los dispositivos y estar sentado posicionando la cabeza ligeramente inclinadas hacia arriba para que el polvo inhalado vaya directamente hacia las vías respiratorias, resume Torres.

A partir de ahí, la maniobra va a depender del tipo de inhalador que se utilice. Los inhaladores de cartucho presurizado (ICP) o los inhaladores de dosis medida (MDI) requieren ser agitados antes de ser utilizados. Si los ICP se utilizan con cámara espaciadora hay que insertarlos posteriormente en ella. En el caso de los inhaladores de polvo seco (IPS) es necesario insertar la cápsula en el dispositivo en los de unidosis y en los de multidosis algunos necesitan cargar la dosis correspondiente, especifica la doctora Lupiáñez.

Una vez preparado el dispositivo es necesario realizar una exhalación (expulsar el aire previamente) seguida de una inhalación profunda. Si se trata de los ICP convencionales, la inhalación ha de ser de forma lenta, sincronizando la pulsación con la inspiración. En el caso de ICP de autodisparo se activan con la inspiración y no requieren una sincronización tan precisa entre la inspiración y la pulsación.

Si se trata de IPS, la inhalación ha de ser enérgica desde el principio, inhalando con el máximo esfuerzo inspiratorio. Posteriormente, mantendremos la respiración aguantando durante 10 segundos aproximadamente, especifica la experta. En el caso de que se requiera una segunda dosis, hay que esperar entre 30 y 60 segundos con respiraciones normales antes de repetir los pasos anteriores.

Recomendaciones específicas

Con relación al inhalador es importante tener en cuenta, tal como se destaca en la última actualización de la Guía GEMA en relación con los inhaladores de cartucho presurizado (pMDI), donde se señala que los propelentes hidrofluorocarbonados (HFC) que utilizan “contribuyen al calentamiento global como gases de efecto invernadero”. También indican que se están investigando nuevos propelentes HFC menos contaminantes, pero “hasta que éstos no estén disponibles, podría ser preferible el uso de dispositivos de polvo seco o niebla en nuevos pacientes > 6 años o con flujo inspiratorio > 30 l/min”, puntualiza la guía.

“El cambio de inhalador, por motivos no clínicos, podría suponer un riesgo de deterioro de la enfermedad y/o promover una baja adhesión terapéutica (incluyendo una técnica de inhalación deficiente con el nuevo dispositivo)”, concluye el documento.

Esta especialista resalta que es importante tener en cuenta que siempre que se administren corticoides inhalados, “se recomienda realizar enjuagues con agua, para prevenir en lo posible la aparición de efectos secundarios debidos al depósito de partículas en la boca o la garganta (aparición de candidiasis o disfonía)”.

Por su parte, el doctor Fernando Martín Grutmancher, médico del Hospital Virgen de la Bella de Lepe (Huelva), añade que en el servicio de Urgencias se usan los inhaladores según la gravedad de la crisis, aunque destaca que, debido a la situación de pandemia de la COVID, se están evitando en lo posible las nebulizaciones y se usan los inhaladores con cámara. “En las crisis leves se emplea salbutamol 2-4 inhalaciones con cámara cada 20 minutos durante la primera hora, y en las crisis de moderada a grave, salbutamol más ipratropio 4-8 inhalaciones con cámara y fluticasona o budesonida 4 inhalaciones con cámara cada 10-15 minutos durante la primera hora”, indica.

Uso de nebulizadores

En determinadas circunstancias se recomienda el uso de nebulizadores, dispositivos que convierten el medicamento líquido en vapor fino permitiendo su inhalación fácilmente a través de una boquilla o mascarilla facial. El medicamento llega a sus pulmones a medida que se hacen respiraciones profundas y lentas. En nebulización los medicamentos que se utilizan con más frecuencia para el manejo del asma son los broncodilatadores de acción corta como el salbutamol (agonista beta adrenérgico) y el bromuro de ipratropio (anticolinérgico), éstos pueden usarse por separado o de forma conjunta, indica el doctor Martín.

“El formoterol es el único broncodilatador de acción larga que se usa para nebulizar y también se pueden usar los corticoides nebulizados , fundamentalmente la budesonida, aunque también la flunisolida, la fluticasona y la beclometasona, pueden considerarse una alternativa eficaz en los pacientes asmáticos”, agrega el especialista.

El doctor Luis Lavado Hernández, médico del Hospital Quirónsalud Huelva, el Huelva, subraya que, en función del objetivo buscado y del medicamento que se utilice, existen diferentes nebulizaciones. Con broncodilatadores recomendados para personas que presentan enfermedades respiratorias como asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), “ya que ayudan a abrir las vías respiratorias y permiten expectorar”.

Nebulizaciones con mucolíticos, recomendadas generalmente para quienes padecen bronquitis agudas o similares con mucha flema, ya que se logra expectorar. Con antibióticos, en el caso de infecciones respiratorias como bronquiectasias y fibrosis quística. Y nebulizaciones con corticoides que se suelen indicar para desinflamar las vías respiratorias, principalmente en niños, explica el especialista.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores: Fernando Martín Grutmancher, José Manuel Espinilla González, José Pedro Arjona Jiménez, Luis Lavado Hernández, Miguel Ignacio López Ramiro, Belén Moltó García, Elena Torres Sánchez, Esperanza Ruiz-Cabello Crespo y Patricia Lupiáñez Seoane.