S.P./E.P., Madrid.-Ante el abordaje de patologías cancerosas el médico de familia adolece principalmente de tiempo y de facilidad a la hora de acceder a las pruebas diagnósticas. Así sucede, por ejemplo, cuando estos profesionales han de manejar a pacientes afectados de cáncer colorrectal, tal como ha apuntado el doctor Javier Amador, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y miembro del Grupo de Elaboración de la Guía de Práctica Clínica de Prevención del Cáncer Colorrectal.

Dicha Guía, que constituye la primera de estas características disponible en España, según sus autores, y que ha sido elaborada por representantes de la semFYC, la Asociación Española de Gastroenterología (AEG) y el Centro Cochrane Iberoamericano, viene a cubrir, principalmente, el hueco ante la necesidad de disponer de un instrumento de trabajo común a diversas especialidades médicas, que permitiera aunar esfuerzos con el fin de favorecer la atención integral de los pacientes afectados por este tipo de cáncer, además de economizar los recursos sanitarios.

Una de las principales insistencias que se hace en ella, remarcada por los especialistas que han participado en su presentación, ha sido la de la aplicación sistémica de métodos de cribado a todas las personas sin factores de riesgo adicionales a partir de los 50 años, a parte de la identificación de los individuos pertenecientes a grupos de mayor riesgo para que puedan beneficiarse de medidas específicas.

Y es que tal como ha señalado el doctor Amador, al respecto, "al plantearnos la elaboración de esta Guía, nos topamos con la inexistencia de programas tanto a nivel nacional como autonómico que establezcan un cribado para poblaciones de riesgo, asi como para aquéllas sin factores de riesgo adicionales".

En ello ha coincidido el doctor Antoni Castells, vicepresidente de la AEG, al afirmar que "las técnicas de cribado que se pueden adoptar desde la Atención Primaria, tales como el análisis de sangre oculta en heces, la colonoscopia o la sigmoidoscopia, son medidas casi inexistentes en la actualidad o, simplemente se realizan a título individual".

Estos expertos añaden que hay pruebas científicas que demuestran la efectividad de los procedimientos de cribado disponibles y su coste-efectividad es equivalente a la de otros tumores que ya se ofrecen a la población como es el caso del cáncer de mama. Así, están convencidos de que "las garantías de curación o de una larga supervivencia en pacientes con cáncer colorrectal aumentan muy significativamente si la enfermedad se detecta en sus primeras fases", dado, como subrayan, que "el cáncer colorrectal reúne todas las condiciones para ser considerado como una enfermedad prevenible".

De esta forma, como ha destacado el presidente de la AEG, se podría reducir la actual mortalidad asociada a este tumor, considerada como muy elevada, al contabilizarse anualmente más de 11.000 fallecimientos sólo en nuestro país, "el doble que las víctimas de accidentes de tráfico", como puntualiza Castells.

Programas de prevención

obligatorios

Este gastroenterólogo ha aprovechado para solicitar a las autoridades sanitarias su intervención, ya que a pesar de que el diagnóstico precoz del cáncer colorrectal haya sido incluido por el Ministerio de Sanidad dentro del Plan Integral del Cáncer, a partir de 2008 los programas de prevención de esta patología serán obligados en toda la Unión Europea, para la población masculina y para la que sobrepase los 50 años".

El vicepresidente de la AEG ha señalado como principales obstáculos para alcanzar esos objetivos, la ausencia de un registro de casos de este tipo de cáncer a nivel nacional o la inexistencia de estudios piloto para conocer el grado de aceptación por parte de la sociedad española de estas medidas".

Documento base

A partir de esta situación, tal como han indicado los autores de la Guía recién presentada, se pretende convertirla en el documento base sobre el cual las Administraciones sanitarias puedan definir, en colaboración con las Sociedades Científicas implicadas, la mejor estrategia organizativa posible para mejorar progresivamente los programas de prevención de este tumor.

El doctor Amador añade que "además, la clave está en considerarla como una herramienta tan válida para el médico de familia, como para el gastroenterólogo o como para el oncólogo, dada la diversidad de expertos que han participado en su elaboración".