Una vacuna terapéutica, dirigida a curar la hepatitis crónica
provocada por el virus C, podrá comenzar a administrarse a estos
pacientes el próximo año. España, por medio de la Fundación para el
Estudio de Hepatitis Virales (FEHV), que preside el doctor Vicente
Carreño, participa en esta investigación junto con el Instituto Karolinska
(Suecia) y la Universidad de Gante (Bélgica). El proyecto se llama
TheravacC y está financiado por la Unión Europea. En nuestro país se
estima que algo más de 800.000 personas (en torno al 2 por ciento de la
población) están infectadas por el virus C de la hepatitis. De ellos, la
cuarta parte no tendría prácticamente lesión todavía, pero en cualquier
caso muchos estarían aún sin diagnosticar porque esta enfermedad no
suele dar síntomas hasta un grado avanzado, informa el diario
ABC en su edición del sábado, 25 de enero.
Las vacunas para combatir las hepatitis B y C, las más peligrosas,
fueron asuntos destacados en el X Simposio Internacional sobre
Hepatitis Virales. organizado por la FEHV y clausurado ayer en Madrid por
la primera teniente de alcalde, Mercedes de la Merced. Los
investigadores buscan tanto vacunas preventivas (para evitar la infección)
como terapéuticas (para erradicarla una vez adquirida).
Cada vez más virus B mutantes
«La hepatitis B es más contagiosa y agresiva que la hepatitis C, pero
también más fácil de curar. La hepatitis C, aunque más leve, resulta más
difícil de curar porque el virus que la provoca es más inestable»,
indica el doctor Carreño. La vacuna frente al virus B ha reducido de
forma drástica el número de infecciones. Sin embargo, cada vez se
encuentran más virus mutantes, de manera que incluso personas
vacunadas contra la hepatitis B llegan a infectarse por otro virus mutante
que «escapa» a la acción de los anticuerpos que crea la vacuna. En Asia
es donde se han hallado más virus B mutantes. que resultan igualmente
agresivos y capaces de causar enfermedad hepática. Para los expertos
reunidos en el simposio, esto tiene importantes repercusiones
epidemiológicas en la medida en que se cree protegida una población
que no lo está del todo. Hay que investigar, por tanto, en nuevas vacunas
eficaces.
Ante una infección por virus B pueden darse dos situaciones: que la
persona sea portadora del virus sin síntomas (con apenas lesión) o que
desarrolle una hepatitis crónica. Según los estudios presentados en este
encuentro internacional, la posibilidad de que se dé el paso hacia la
enfermedad crónica es del 27 por ciento en diez años. Se estima que en
España hay unos 700.000 portadores sanos de virus B y, si se cumple
esa probabilidad, se incrementaría notablemente el número de
pacientes con hepatitis crónica. Pero, por el momento, no es posible
predecir qué portadores sanos la desarrollarán.
En vista de ello, una de las conclusiones de los investigadores es que
los portadores sanos del virus B que presenten transaminasas
normales y una mínima lesión hepática deben ser controlados cada seis
meses durante toda su vida, porque existen posibilidades de que la
enfermedad evolucione hacia formas más agresivas. Hasta ahora, se
consideraba suficiente con verles una vez al año.
La difícil vacuna contra el virus C
El mayor peligro de la hepatitis es que se haga crónica y progrese hasta
llegar a la fibrosis (el tejido hepático se hace fibroso y pierde
funcionalidad) y, en su último grado, a la cirrosis. Curiosamente, ese
proceso no depende ni de la carga viral ni del tipo de virus C, sino de
otros factores: mayor edad, ingesta de alcohol, coinfección con virus
del sida o virus B, exceso de hierro y situación de inmunosupresión (en
pacientes sometidos a trasplante, por ejemplo). También el depósito de
grasa en el hígado, la obesidad, la diabetes y el aumento de colesterol
y triglicéridos acrecientan el riesgo de que ese proceso
fibrosis-cirrosis progrese.
La hepatitis C es la más difícil de tratar y constituye la primera causa
de trasplantes de hígado. «El virus C de la hepatitis es capaz de
infectar otros tejidos del cuerpo, pero donde causa daño es en el
hígado. Las células hepáticas tienen un receptor específico que permite
la infección del virus C», explica.