La mujer durante la menopausia
no ha de dudar en acudir
al médico si siente dolor en la
vagina, nota sensación de ardor
o picor, el flujo vaginal es escaso,
siente ardor al orinar o después
de mantener relaciones sexuales
sangra levemente o siente dolor.
Son síntomas que empeoran
gravemente la calidad de vida y
el bienestar de las mujeres que
se encuentran en este ciclo de la
vida y que alertan de la presencia
de vaginitis atrófica, un problema
que se presenta generalmente
con la disminución de los
niveles de estrógenos (hormonas
sexuales femeninas) tras la menopausia
natural o quirúrgica.
Su diagnóstico tiene en el
desconocimiento un duro enemigo
ya que, aunque tres de cada
diez mujeres padecen molestias
severas relacionadas con la vaginitis
atrófica tras la menopausia,
menos de la cuarta parte de las
afectadas acuden al médico.
En la actualidad, existen
terapias hormonales locales
que son eficaces en el tratamiento
de los síntomas que se
asocian a este trastorno. Estos
medicamentos restauran el pH
vaginal y normalizan los parámetros
citológicos en la mayor
parte de las pacientes.
Además, se recomienda
utilizar hidratantes y lubricantes
vaginales. Los hidratantes
aumentan el índice de maduración
del tejido que recubre
la vagina y el flujo sanguíneo y
los lubricantes disminuyen la
irritación vaginal durante la relación
sexual de forma inmediata,
aunque no existe evidencia
científica de beneficio
terapéutico a largo plazo.
Y mientras que fumar, tener
un parto por cesárea o no
haber tenido ningún embarazo
son claros indicadores de
que las manifestaciones de la
vaginitis atrófica serán más
graves, tener una actividad
coital vaginal regular ayuda a
prevenir o retrasar la aparición
de este problema.