El oftalmólogo y miembro de la
Sociedad Española de Oftalmología (SEO), Luis Cordovés, está convencido de que los corticoides poseen un gran valor. A día de hoy, este tratamiento se utiliza para una amplia variedad de problemas inflamatorios, entre los que se incluyen los que afectan a los ojos. “De hecho, los antiinflamatorios son, probablemente, los fármacos oculares más utilizados”, apunta.
“El ojo, explica el portavoz de la
SEO, es un órgano muy delicado y esa respuesta defensiva de nuestro organismo que es la inflamación, podría dañarlo de forma irreversible si no se controla”.
El doctor señala que donde realmente son eficaces los corticoides es en la
patología inflamatoria más severa. “Porque, además, tienen una acción rápida e intensa con la pauta adecuada, que puede ser desde las cubiertas externas del ojo, como las escleritis, hasta el interior del mismo, con las uveítis”, aclara.
Por lo general, los corticoides requieren una posología intensa inicial con una
posterior reducción gradual, “pudiendo acompañarse o sustituirse por otros fármacos de acción antinflamatoria”.
“Otro papel relevante es su efecto inmunosupresor para procedimientos como los trasplantes de córnea y el rechazo a los mismos, siendo tratamientos de primera línea, aunque puedan combinarse con otros fármacos. También se utilizan para afecciones más superficiales, como las
conjuntivitis. Por ejemplo, en las alérgicas, ya que tienen ese efecto antiinflamatorio y descongestionante”, añade.
Contraindicaciones en herpes
“Lo que sí hay que tener en cuenta -apunta el doctor- es usarlos
cuando realmente sean necesarios, por la potencia y la penetración. No vamos a usar un corticoide potente y de alta penetración para una patología banal superficial”.
Los oftalmólogos tienen especial
cuidado en pacientes que tienen o hayan tenido infecciones víricas por herpes simple o en pacientes corticorrespondedores, que son aquellos a los que les aumenta la tensión intraocular cuando usan corticoides tópicos. En todos ellos hay contraindicación.
Y lo mismo ocurre en
infecciones no etiquetadas correctamente, como una queratitis por Acanthamoeba en una persona que utilice lentes de contacto, que hace que progrese de forma más rápida.
El segundo más destacable, según el doctor Cordovés, es el
glaucoma secundario, por un aumento de la resistencia al flujo de salida de humor acuoso a través de la malla trabecular y la aparición de cataratas subcapsulares posteriores. Por ello, hay que tener especial
cuidado sobre todo con niños y pacientes jóvenes en tratamientos prolongados.
Abuso de corticoides
Por lo general,
no es recomendable su utilización si no son realmente necesarios. “Por ejemplo, en una conjuntivitis irritativa donde una simple lágrima artificial fría (que la haya guardado el paciente en la nevera) le permite un buen alivio sintomático y una adecuada recuperación”, afirma.
“Para las
conjuntivitis adenovíricas, que son relativamente frecuentes y muy contagiosas -prosigue-, sí que se pueden usar, sobre todo los de menor potencia y penetración, pero
no debería ser un tratamiento de primera línea. Otro tratamiento para ellas del que disponemos desde hace poco son las soluciones diluidas de povidona iodada, pero tienen el inconveniente de que escuecen y, con cierta frecuencia, los pacientes dejan de usarlas”
Eso sí,
su utilización crónica puede derivar en problemas graves como, por ejemplo, el glaucoma. “Hay pacientes corticorrespondedores que en poco tiempo tienen aumentos importantes de presión intraocular y un porcentaje mucho mayor de aquellos que con tratamientos largos lo desarrollan”, explica.
Añade que su uso prolongado también puede provocar la aparición de cataratas, particularmente subcapsulares posteriores, que son visualmente bastante invalidantes y requieren cirugía. De ahí la
importancia de que se administren con cuidado y siempre bajo la supervisión de un especialista.